domingo, 14 de junio de 2015

Literatura: literatura canaria (selección)


LISTA DE AUTORES CANARIOS

LANZAROTE:

1. ÁNGEL GUERRA (LANZAROTE)

 

2.       ANTONIO ZEROLO HERRERA (LANZAROTE)

El poema de la patria

Las olas que se encrespan de espumas coronadas,

Rompiéndose en las costas con ímpetu feroz,

Esas que un día vieron a las Afortunadas

De súbito surgiendo por el volcán lanzadas,

Al musical poema también unen su voz.

 

También, patria querida, son parte de tu historia

Las olas que bramando se tienden a tus pies.

De hazañas y leyendas nos traen la memoria.

Y hasta el color perdieron para tu enorme gloria,

Teñidas con la sangre del Almirante inglés.

 

3.       BENITO PÉREZ ARMAS (LANZAROTE)

De pronto el de Tacoronte mirando de cabo a maestro Pedro, le dijo en tono provocativo: "¿Usted es?". Y tío Pedro contestó en igual forma: "¡Yo soy!". Sin más retos ni más palabras, tomaron campo enarbolando los garrotes y se armó una de "no te menees". Las gentes acudieron solícitas para ver el choque de aquellos dos maestros en el arte de jugar al palo, pero se les "maguó" el gusto, porque el chasnero, sacrificando el lucimiento de reglas y filigranas a la presteza del porrazo, le atizó un tan soberano a su rival, que lo dejó tendido, al decir de los espectadores, "con los ojos saltándosele del casco".


FUERTEVENTURA:

1.       JUAN ISMAEL (FUERTEVENTURA)

Desahucio

Ya sé que me dictaste absoluto desahucio

Deshabitándome atroz con ácida medida

De ese perfil de amor a buril a buril dibujado

Con sentirse vividos por sangre de mi entraña

Con palabras erguidas por oración constante

Con espejos guardando la mirada más tierna.

En tu calle transida de noche permanente

Una rojiza mano sobre su suelo frío

Levanta una fogata con los muebles del alma

Que ya en tu corazón eran sólo carcomas

De nudos de maderas caladas de desvíos

Y otras tablas dolientes de mi amante costado.

Agua urgente reclama una voz de suspiros

Por salvación acaso de lo que está maldito

Clama celos de un ángel de espada vengadora

Frente a lo ya sabido con réquiem funerario

Frente a un amor con vena alterada a otro pulso

Por ser otro inquilino morador de su frente.


2.       MIGUEL DE UNAMUNO (EXILIADO EN FUERTEVENTURA)

La aulaga majorera

No me traje conmigo a este confinamiento de Fuerteventura más que tres libros que caben en un mediano bolsillo: un ejemplar del Nuevo Testamento en su original griego, edición de Nestle, de Stuttgart, en papel como tela de cebolla, y dos ediciones microscópicas, vademécum, de la Divina Comedia y de las Poesías, de Leopardi, hechas por Barbera, en Florencia. Desierto es esta solemne y querida tierra aislada de Fuerteventura, una de las islas llamadas antaño Afortunadas y que tiene la fortuna y la hermosura a la vez en su noble y robusta pobreza.

 
GRAN CANARIA

1.       PINO OJEDA (GRAN CANARIA)

Siempre esperando.

Desde aquella muerte temprana

cuando aún estaban mis hojas tan verdes.

Qué esperanzada pisaba los campos.

Qué generosa y colmada mi mano.

Qué afanada tras la cosecha.

 

Noches interminables vigilaban

al viento por si traía un mensaje.

Esperas bajo el sol. Diálogos

con la luna tristísima de invierno.

Y qué dolor bajo el cielo que cubre

tanto silencio,

tanta pregunta sin respuesta.

 

Van pasando los años.

Nada sobre la tierra.

Ninguna posible esperanza.

Ninguna verdad madurando.

Sólo silencio.

 

2.       BARTOLOMÉ CAIRASCO DE FIGUEROA (GRAN CANARIA)

La Selva de Doramas

 

Éste es el bosque umbrífero

que de Doramas tiene el nombre célebre,

y aquestos son los árboles

que frisan ya con los del monte Líbano,

y las palmas altísimas,

mucho más que de Egipto las pirámides,

que los sabrosos dátiles

producen a su tiempo, dulces támaras.

Aquí de varia música

hinchen el aire los pintados pájaros;

la verde yedra errática

a los troncos se enreda con sus círculos;

y más que el hielo, frígidas,

salen las fuentes de peñascos áridos.


3.       TOMÁS MORALES (GRAN CANARIA)

PUERTO DE GRAN CANARIA

Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico,
con sus faroles rojos en la noche calina,
y el disco de la luna sobre el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina…

Silencio de los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos en el confín perdido,
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido…

Fingen, en la penumbra, fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados,
brillando entre las ondas muertas de la bahía;

y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía…

4.       JOSEFINA DE LA TORRE (GRAN CANARIA)

Quisiera...

 

Quisiera tener sujeta 

la naranja de la tarde 

así entre las manos, fresca, 

sin la piel rubia y brillante, 

tirabuzón de la luna 

peinado por mi cuchillo. 

Qué sabor a fruta nueva 

ha de tener en los bordes 

el mar, la arena y el aire. 

¡Qué deseo de partir 

en dos mitades la tarde! 

Cuando la noche se asome 

a su ventanal de cobre 

se tragará la naranja. 

¡Ay, niña desconsolada!
 

5.       CHONA MADERA (GRAN CANARIA)

Mi otra palabra

El verso: Mi otra palabra. De siempre,

El leguaje de mis inquietudes.

De mi íntimo sentir, palabra.

De mis luchas y resignaciones.

De mis batallas.

 

Gracias a ella paliando he ido lo difícil

De las épocas amargas.

(Casi no me es posible el recuerdo

De las felices, las de las horas

claras).

TENERIFE:

1.   ANTONIO DE VIANA (TENERIFE)

[DÁCIL Y EL CAPITÁN CASTILLO]

Gozaba Dácil del alegre sitio,
Sentada encima de la peña misma
En lo más alto de ella, entre las flores,
Mirándose en las aguas de la fuente
Donde hacía una agradable sombra
Como en espejo de cristal purísimo.

Oí el murmurar del claro arroyo
Que desde allí tomando su principio
Bajaba al hondo y espacioso valle,
Y de las aves la sonora música;
Mas pensativa estando sola y triste
Con el cuidado en el suceso nuevo
De los recién venidos, mira atenta
Y ve subir hacia la fuente un bulto.


2.   VICTORIA BRIDOUX (TENERIFE)

Vivir y morir

 

En el álbum de mi estimado amigo D.J.P.C.

 

Vivir con el pensamiento

entre imágenes soñadas,

viendo deslizar doradas

las horas del existir,

sin que ofrezca la memoria

un creencia perdida

ni una esperanza mentida:

eso se llama vivir.

 

Pero escuchar lentamente

las horas de la existencia,

con helada indiferencia

en monótono latir;

y, aunque el tumulto sofoque,

ver el mundo despoblado,

de placeres despojado,

eso se llama morir.

 

3.   MANUEL PADORNO (TENERIFE)

 

Tu cabeza es la plaza de un pueblo
y tu pelo es de crin, tus ojos de cristal
negro y dentro una gota de agua puesta
por Dios, tus brazos cortos y tus manos
grandes, tus piernas cortas y tus pies
grandes, tu boca abierta o prieta como
la puerta que se abre y cierra cuando
le dan los aires de tu pensamiento.
Y gruñes, gimes, pataleas, llamas
la guardia de palacio; vienen, miran
mi tiempo, mi existencia, y se alejan,
nos dan la espalda y entonces ríes
y saltas, me haces gracia, dices tonterías,
te revuelcas por el suelo, trepas, subes
a una mesa alta en donde cantas, cantas
la miseria de tu tiempo y el mío.

 

4.   TOMÁS DE IRIARTE (TENERIFE)

Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«¡Oh!», dijo el borrico,
«¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala
la música asnal!».
Sin reglas del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.

 

5.  CECILIA DOMÍNGUEZ LUIS (TENERIFE)

Cuando llegó la hora

Descolgó el traje rojo

Miró la ciudad inmóvil bajo escamas de humo

-su corazón perdido entre sus brazos ausentes-

Y respiró con fuerza

Apretando los labios

De pronto recordó

Que el gato estaba sucio,

Que no había acabado de escribir a su madre,

Que, al fin y al cabo, el día amenazaba lluvia,

Y con gesto cansado

Volvió a cerrar la puerta.

LA PALMA:

1.   FÉLIX FRANCISCO CASANOVA MARTÍN (LA PALMA)

Ocioso en los amaneceres

Cuando los mapaches parecen volar

En tu alcoba

Y las sendas guardan

Su blanca mosca

Del sueño,

Entonces en el aire puede nacer la idea

Y ella sola llena tu tiempo,

Sin apenas moverte del espejo

Roto en el viejo

Muro.


2.   PEDRO ÁLVAREZ DE LUGO Y USODEMAR (LA PALMA)

Un clarión he menester

y cierto que me desmaya

que con él quiera hacer raya

quien raya no puede hacer:

por vos, Gilarte, a temer

llego el dibujo, y no en vano,

que sabéis más que un gitano

y me diréis, por ventura,

la suerte de mi pintura

por las rayas de mi mano.

 

3.   CRISTÓBAL DEL HOYO (LA PALMA)

Al pico del Teide

¡Oh cuán distinto, hermoso Teide helado,

Te veo y vi, me ves ahora y viste!

Cubierto en risa estás cuando yo triste,

Y cuando estaba alegre, tú abrazado.

 

Tú mudas galas como el tiempo airado,

Mi pecho a las mudanzas se resiste,

yo me voy, tú te quedas, y consiste

tu estrella en esto y la crueldad de mi hado.

 

¡Dichoso tú, pues mudas por instantes

Los afectos! ¡Oh quién hacer pudiera

Que fuéramos en esto semejantes!

 

Para ti llegará la primavera

Y a ser otoño volverás como antes,

mas yo no seré ya lo que antes era.

 
4.   LUIS LEÓN BARRETO (LA PALMA)

Una vieja canción

El hombre, el vaso y la guitarra

Se inclinan en una soledad eterna.

Las palabras se perdieron,

los cantares y la música aquella,

─sencilla, que hablaba de amores─

Se quedaron flotando por sobre los ribazos.

El viejo enronqueció y las cuerdas desafinaron,

están yertas.

Aquí hay risas, y rabia a lo lejos.

El hombre mira el desierto y se calla.

Todos mordemos nuestro silencio.

EL HIERRO:

1.   JUAN PEDRO CASTAÑEDA (EL HIERRO)

De imágenes poéticas irracionales

Está el mundo lleno

Pero

Por mis inundados ojos

No entran sino inmundicias.

 

Bueno

También veo

Textos desconcertantes

Tal persecuciones

Crímenes y rosas, y,

Naturalmente, blancuras

Que se pueden medir

Tal el estrambote

La infinitosemia y

La coherencia definitiva.

 

Aunque pensándolo bien no es extraño

Que de Baudelaire a hoy

Haya pasado mucho tiempo.

LA GOMERA:

1.   PEDRO GARCÍA CABRERA (LA GOMERA)

Un día habrá una isla
que no sea silencio amordazado.
Que me entierren en ella,
donde mi libertad dé sus rumores
a todos los que pisen sus orillas.
Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazón y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.
Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esa isla
que no sea silencio amordazado.

2.   ISABEL MEDINA (LA GOMERA)

YA NO SOY UNA ISLA.
            Te amo y sé que mi puerta no es el agua
            Ni mi corazón un desierto.
            Si pudiera guardarme,
            Como guarda el avaro su tesoro,
            Mi amor se pudriría entre sollozos
            Y mi arpegio en estruendos de agonía.

            Porque te amo sé que me importan
            Otro llanto y otra noche,
            Otra oscuridad y otras tinieblas.
            Los contornos de mi isla se diluyen
            En el mar siempre gris de la injusticia,
            En la noche silenciosa de los cuervos.

            Adiviné que tú y yo, tu cara y la mía,
            Se sonríen con la risa de los niños
            Y se lloran en el mar de los lamentos.
            La savia de las rocas
            Me dirá de islas y desiertos,
            Me hablará de miedos y de ausencias.
            Y estaremos en el duro corazón de los basaltos
            Y en la llama inextinguible de los sueños.

 

3.   FÉLIX CASANOVA DE AYALA (LA GOMERA)

Sólo el traje de los marinos

Me trae el mar y las distancias,

Los rumbos y las caracolas.

 

Aquel azul de tu vestido,

la amarga esencia de la tarde

cristalizada en verdes mares.

 

Así la luz, la sed, el viento,

Mi antiguo traje marinero,

Tu blanca estela de gaviota,

Desde la humilde playa sola

Donde quedaron los recuerdos.



4.       CESARINA BENTO (AGULO)

Cuando miro la noche estrellada

Y la luna esplendente en el cielo

Pienso en Dios, y un dulce consuelo

Mi alma triste comienza a invadir.

Y si miro ese campo espacioso,

Adornado de ceibas y palmas

Me parece un asilo de almas

Destinadas por Dios a vivir.

 

Que allá en el fondo de mi mente ardía

Y era mi patria regresar un día

Y allí, bajo su cielo transparente

A la sombra del haya y los viñátigos

Alejados del mundo inconsecuente

Do sólo se hallan seres apáticos,

Vivir unidos por amor ardiente

Y sin oír discursos enigmáticos,

Que aun dura allí semilla primera,

Se puede ser feliz en La Gomera.


5.       JOSÉ Y PEDRO BETHENCOURT PADILLA (AGULO)

Pedro

El divino mensaje (Salmos): vs.40-44

Yo quiero ser tan sólo el mensajero errante

Que teje con sus rimas los más fraternos lazos.

Para abarcar el Orbe, quiero en mi afán constante

Abrir como la cruz de Redentor mis brazos...

 

He lanzado mi voz y no me importa.

Si los hombres negáronse a escucharla,

Yo sé que por los siglos de los siglos,

Y a pesar de los hombres y de las razas,

Por todos los confines de la tierra

Repetirán el eco las montañas!...


La tierra (1934):

El hombre es el dolor; acaso el único
dolor que la atormenta.
Si no fueran los astros;
si no fueran
el mar, el viento, el río... ¿quién diría
lo que tal vez decir quiere la Tierra?
El canto que ella inspira
no lo ha dicho jamás ningún poeta.
La Tierra pide un canto
de piedad a los hombres que la pueblan.
La Tierra tiene voz; pero las almas
están sordas. La Tierra
llora por todos; pero...
¡las almas están ciegas!
 

6.       ANTONIO JESÚS TRUJILLO ARMAS (AGULO).


El salmo del sendero

Estas peñas de mi pueblo

Que se elevan

Que se elevan...

Estas grutas milenarias

–guanchinescas–

–guanchinescas...–

Estas cascadas que lloran

Mensajeras

Mensajeras...

Y estas montañas agrestes

Sin praderas,

Cómo me hablan de las huellas

De un poeta...!

De un poeta que extendióse en sus remansos

Su melena,

De una poeta que alumbró con su pupila

Lo recóndito y dormido

De sus salvajes veredas.

Cómo me hablan,

Cómo me hablan de las huellas de un poeta...!

El poeta y la isla. La Gomera

 

La Gomera es, pues, isla

ideal para el ensueño. De allí

proceden Pedro Bethencourt

y José Aguiar, ambas figuras

señeras de la intelectualidad

canaria. El uno con su

rima portentosa, mística y

enteramente asimilada; el

otro, que supo robar fulgores

al sol caliente de Agulo para

llevar por el mundo entero el

sortilegio de su paleta pictórica

y clavar por doquier el

banderín de sus innegables

merecimientos artísticos.

 

Hasta el día de su muerte, numerosos

fueron los poemas publicados

en la prensa de la época, así

como su asistencia a diversas

veladas poéticas celebradas no

solo en su isla residencial, sino

también en La Gomera, volviendo

a Agulo en 1954 para celebrar las

fiestas de Las Mercedes como

pregonero, dejándonos una de las

más exquisitas descripciones de

prosa poética dedicadas al municipio

gomero jamás escritas:

 

Si península es –transcribimos aquí la definición dada por la Real

Academia de la Lengua– "una porción de tierra cercada por el

aguda y sólo unida con la tierra firme por una parte no muy ancha",

Agulo –nos referimos escuetamente al caso del pueblo– podría tener

igual definición, ora que forzando los términos: una hermosa y

natural meseta convertida por la mano del hombre en productivas

fincas, semicircuída por altos y uniformes riscos y volcada hacia el

mar por su parte más ancha.

Si se tratara aquí de una verdadera lección de geografía, y una vez

el alumno en posesión de la idea de península, mediante la cual lo

coloca en condiciones de seguir adelante, el maestro proseguiría

su explicación diciéndole seguidamente el contorno y configuración

de la misma, etc., hasta culminar en el aspecto humano que la

informa, punto con el que daría fin a su estudio.

Así, del pueblo de Agulo vamos a ver cómo es su contorno y configuración:

para ahorrarnos tiempo, existe una palabra clave que

nos viene a demostrar la forma del contorno del pueblo: la de su

propio nombre, Agulo.

La palabra Agulo, según las referencias que tenemos, ha pasado

por tres frases evolutivas a través del tiempo. Primeramente fue

"ángulo", después, con acento prosódico en la "u", "angulo", y, finalmente,

creo ya inalterable, Agulo, tal como suena.

Así que el término geométrico "ángulo", con que fue denominado

prístinamente el pueblo después de la conquista, debe tener una

relación con la forma de los riscos que los semicircundan (en razones orográficas se fundan los nombres de muchos pueblos)... En

efecto, los riscos del pueblo de Agulo, casi inaccesibles, compactos

y uniformes, con un nivel de altura de ochenta a cien metros,

diríase un cinturón colosal, forman, en lo que pudiéramos llamar el

vértice –sitio que se conoce con el nombre del Ancón–, todo un ángulo

pétreo. Una vez más, la geometría de unas peñas da nombre a

un pueblo: Agulo. ¡Como si hubiesen sido geómetras los habitantes

que lo fundaron!.

Ahora procuremos subir, lector, por los "Pasos" –vereda guanche

en forma de escalera que da acceso hasta el filo del mismo–, camino

para el monte, a fin de contemplar el pueblo propiamente dicho

a vista de águila.

Desde este punto prominente en que nos encontramos se nos

presenta Agulo con un aspecto panorámico verdaderamente jovial

y pintoresco. Diríase un doncel encantado en la prisión de sus

propios riscos, con su mar arrulladora al fondo; con su completo

platanal en productividad, erguido todo él sobre su plataforma

natural como un gran balcón volcado hacia la mar. Y analizando el

conjunto de las casas que integran el pueblo, notamos que éstas

constituyen tres grupos o manzanas casi idénticos, a la derecha,

al centro otro y a la izquierda el último. Núcleos de viviendas denominadas,

respectivamente: La Montañeta, Las Casas y El Charco.

Esto es, pues, en sencillos rasgos y en su aspecto físico, el pueblo

de Agulo, amable lector.

 

7.       EDUARDO GONZÁLEZ ASCANIO (VALLE GRAN REY).

Se está durmiendo la noche
A Noel Olivares

Se está durmiendo la noche;
el firmamento cansado
desfallece y gotea

harto
del recorrido ciego de los astros.


Se está durmiendo la noche;
se le ablandan los ojos,
se le derrite la lágrima

Nanas que no se oyen
la atraen como a un cometa en celo
sostenido en el vértigo de un réquiem.

Se está durmiendo a pedazos,
desprendida de sí
y cae
como un pétalo sumiso
que se dispersa en láminas de estaño,
en un sueño de miles de años luz


por escapar de mi noche.