Otra vez vemos el calvario de esta mujer y los obstáculos que tuvo por parte de los suyos. Incluso su propia madre cayó en el engaño generalizado de su yerno, que se hacía el bueno a los ojos de los demás, pero que en casa era un auténtico demonio ¿Por qué una mujer que esté sufriendo o pasándolo mal con alguien no tiene derecho a divorciarse o separarse? ¿Quiénes somos para mandar sobre la vida de estas pobres víctimas? Hay que apoyarlas y respetar sus decisiones como personas libres que son.
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